No se recordaba que los inmortales tuvieran tanto miedo
desde la guerra entre los Titanes y los Dioses.
Atenea, la diosa de la sabiduría, la más hábil y feroz
guerrera del Parnaso se había vuelto loca y estaba atacando a los dioses y a
los héroes. Había herido a Cicno en el costillar con la lanza de hierro y
apuñalado a Ares en el cuello cuando intentó ayudar a su hijo. En su locura
había roto los tendones de la pierna izquierda de Hércules para demostrar que
era más fuerte que él semidios. Y después se transformó en una copia de Apolo para
raptar y violar a la ninfa Sinope.
Ningún oráculo era capaz de prever cuál sería la siguiente
víctima de la poderosa Atenea y los inmortales rogaron a Zeus, protector del
pueblo, que hiciera algo para proteger a dioses y humanos. Zeus respondió que
no podía hacer nada, que las antiguas leyes de Saturno y Gea prohibían a un
dios levantar la mano contra otro dios.
Pero Atenea había incumplido esa ley y debía ser castigada.
Los Olímpicos se reunieron durante largos días para decidir que se podía hacer,
hasta que Hera y Afrodita, (que envidiaban la belleza de Atenea), decidieron
que a Palas Niké Atenea había que cortarle la cabeza como escarmiento para el
resto de inmortales y humanos. Cómo ningún dios podía cumplir dicha tarea se
decidió que tan sólo el héroe humano Bellepheron tenía alguna posibilidad de
lograrlo.
A Zeus no le gustó nada la proposición, porque había
castigado a Bellepheron con el exilio en el Tártaro por intentar alcanzar el
Olimpo a lomos de Pegaso. Pero Zeus sabía que no tenía otra solución para
detener a la poderosa Atenea. Por tanto, Zeus decidió que si Bellepheron le
llevaba la cabeza de Palas Niké le permitiría abandonar el reino de los muertos
y vivir entre los hombres. Bellepheron sólo puso una condición para aceptar el
encargo, le llevaría la cabeza de Atenea si Zeus le permitía quedarse con el
resto del cuerpo de la diosa.
A Zeus le pareció extraña esa petición. El cuerpo de Atenea
no servía de nada sin su cabeza y por tanto no tuvo problemas para aceptar.
Durante semanas Bellepheron persiguió a la diosa de los ojos
de lechuza por la tierra y el Ponto hasta que por fin la encontró en las
proximidades de Gadir. Allí lucharon durante varios días con sus lunas hasta
que Atenea le preguntó a Bellepheron: “¿Por qué me
persigues? No quiero matarte, eres tan sólo un humano y no me proporcionará
honor destruirte” Bellepheron le respondió: “Zeus me castigó por
intentar ser un dios como vosotros y ahora me va a perdonar si le llevo tu
cabeza” “Aunque tuvieras poder para hacerlo no podrías
vencerme porque mi madre, Metis, profetizó que su hija asesinaría a Zeus y
gobernaría el mundo. No puedes matarme hasta que haya cumplido mi destino de
destruir a los Olímpicos” ”Creo que los dos podemos cumplir nuestro
destino, yo estoy dispuesto incluso a morir para llegar al Olimpo y convertirme
en un dios ¿A qué estás dispuesta tú para cumplir la profecía de tu madre?”
preguntó Bellepheron.
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