Translate

viernes, 12 de julio de 2019

La Niña de la Curva

Llevaba meses buscando a la niña de la carretera. La gente hablaba de que en ese camino de tierra se aparecía una chica con un hacha, paraba a los autos y todos los que la veían morían antes de terminar su viaje. Recuerdo que cuando me contaron la leyenda respondí: “Y si todos los que han visto a esa niña han muerto, ¿Cómo sabéis que se aparece en la curva?” Sin embargo, yo me creí la historia y todas las noches recorría ese camino en ambas direcciones con la esperanza de encontrarla y poder hacerle una foto.

Pero no ocurrió nada y tampoco vi a nadie, hasta que ayer escuché un susurro que me decía: “En la siguiente curva para el coche y baja de él”. No había nadie, estaba sólo en el auto y por eso obedecí la orden. Paré el coche, bajé de él y a la distancia pude ver a la niña con el hacha. Era una escena extraña, pensé que el hacha era para atacar a los viajeros, pero era la niña la que no tenía cabeza y pensé que se había decapitado a si misma Temblando de miedo me acerqué lentamente hasta ella. Tenía un hacha ensangrentada entre sus manos y una cabeza humana liada en trapos sobre una lata de metal. “¿Quién eres?” le pregunte “Soy tu destino” me respondió. “Te he buscado durante meses y nuca te había visto hasta ahora, ¿Por qué?” “Porque hasta hoy no habías muerto”.
Al escucha esas palabras sentí que se me paraba el corazón, La niña señaló el camino por el que había llegado. Miré atrás y pude ver a mi cuerpo derrumbado en el suelo con la mano en el pecho. Había muerto unos segundos antes y ni siquiera me había dado cuenta. Noté un gran peso entre mis manos y levanté la vista, tenía el hacha de la niña entre ellas, iba vestido con su camisón blanco y estaba descalzo. De alguna forma había cambiado de cuerpo con el maldito fantasma. Sentía como el viento atravesaba mi nuevo cuerpo como si no tuviera carne y justo en ese momento escuché como arrancaba mi auto y pasaba a mi lado conducido por lo que debería haber sido mi cuerpo.
 No entendía nada. Solté el hacha en el suelo y recogí la cabeza ensangrentada que había sobre la lata. Le quité los trapos que la cubrían y vi que era mi propia cabeza, la cabeza de la que había sido mi cuerpo. Y entonces supe cuál era mi destino.
Debía esperar que alguien detuviera su auto en esa curva para cortarle la cabeza con mi hacha y obligarle a cambiar de cuerpo conmigo y que mi espíritu pudiera abandonar ese lugar maldito.
Hasta que eso no pasara seguiría siendo la niña de la curva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario